Desconozco el día, la hora y los ausentes,
desconozco la ira, la adormecedora cotidianeidad
que amenaza al acecho tras cada palabra, vertical,
desconozco mi rostro contemplando,
desconozco al contemplador y lo contemplado,
así sentado, ya nada me importa:
los pendientes, las responsabilidades, las deudas, se flexionan,
plegadas ante el horizonte,
son inexistentes ráfagas de viento azul ensimismado.
Eran algo,
pero ya, por ahora al menos, ya no son nada siquiera.
Imágenes
Sonidos
Percepciones de una totalidad fragmentada
Coros melancólicos en la distancia
Las primeras luces del día
Agua cayendo suavemente sobre la tierra
Algunas hojas verdes...
venerdì, maggio 28, 2010
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