martedì, giugno 20, 2006

Camila, hija del Rey-Sacerdote Metabo.

Un pedazo de novela que me he atrevido a definir como épica (Un infinito número). Espero poder ponerles más fragmentos de la traducción que estoy haciendo. Pertenece a un autor italiano llamado Sebastiano Vassalli


Cuando los diablos desembarcaron en nuestras costas nosotros vivíamos tranquilos y sin la sombra de la duda, porque estábamos seguros que los dioses nos habrían de proteger. Y pensar que nuestros sacerdotes nos advertían, desde siempre, de los peligros que corríamos ¡nos hablaban de la muerte que habría de llegar del mar! Un día, nos decían, la noche y la oscuridad habrían de caer sobre nosotros; nos arrasaron millares de diablos sedientos de sangre, que acabaron hasta con el último hombre de esta región. Todo lo que sucedió había estado previsto. Pero los dioses han querido enceguecerse, tal vez para castigarnos por nuestras culpas, o porque estaba escrito en el libro del Destino que nuestros hombres habrían de morir en ese modo horrible, en manos de los diablos de ultramar. Han sido ellos, los dioses, quienes nos han arruinado. Por eso yo, hasta mi último día, me comportaré como si no existieran. Muertos los hombres, deben morir también los dioses, y sus nombres se deben hundir en el olvido, ¡junto con el recuerdo de nuestra infeliz nación!

Yo, Camila, soy hija del rey-sacerdote Metabo, asesinado por traición en la noche de la vergüenza y de la sangre. Era yo la virgen elegida de mi pueblo: la joven que debía casarse con un rey del pueblo vecino, para garantizar a todos la paz. Mis cabellos del color de fuego, largos hasta la cintura, han hecho que para mí esa noche fuese todavía peor que para mi madre y mis hermanas. Por eso yo, ahora, llevo la cabeza rasurada. Yo estoy muerta: y si continúo moviéndome en el mundo, es solamente porque espero vengarme, aunque sea en una mínima parte, de todo aquello que he tenido que sufrir. Morí cuando el palacio de mi padre fue incendiado, y los hombres de mi familia y de todas las familias de mi pueblo fueron asesinados. Por una noche entera, hasta el amanecer, los gritos de los agonizantes se mezclaron con el ruido de las llamas y los derrumbes, en el estruendo tan horrible que de tan solo recordarlo, ¡se me hiela la sangre! Después, al amanecer, cuando nuestros hombres estaban ya todos muertos, nosotras las mujeres fuimos arrastradas hacia un campo abierto en las márgenes de la ciudad, porque teníamos que servir en la fiesta de los vencedores. He visto a los diablos venidos del mar beber el vino directamente del cuello de las ánforas de mi padre, después de haberlo diluido con el agua de la fuente sacra, ¡revolviéndolo con las espadas todavía manchadas de sangre! He escuchado sus gruñidos y sus gemidos de placer mientras me violaban. El primero en hacerlo, aquel que me ha quitado la virginidad, ha sido su líder Eneas: un hombre gordo y asqueroso, más viscoso que un caracol y más apestoso que un cerdo. Después he sido arrastrada en medio de la plaza y ahí se me han venido encima, uno después del otro, no se cuantos diablos, mientras lloraba y gritaba. Creo que llegué a perder el sentido. Estaban todos circundándome, queriendo violarme, por mis malditos cabellos rojos. Al final, enfurecidos por el vino, han empezado a molestarse entre ellos, y he podido escapar, sin siquiera entender que cosa estaba haciendo. Me he puesto a correr hacia el bosque como nunca había corrido hasta entonces, y he continuado hasta que tropecé y caí en la tierra; pero mientras tanto había logrado poner entre mí y los diablos una distancia suficiente para que no me volvieran a atrapar. Después de vagar un poco por el bosque encontré otra mujer cubierta de sangre de la cabeza a los pies, como yo, a causa de todas las plantas espinosas que habíamos atravesado.

domenica, giugno 18, 2006

Regresando a las tormentas

Llegué hoy del trópico amigos. Llegué en un camión que hizo más de nueve horas desde la ciudad de Catemaco hasta la central Tapo. No pude evitar el quedarme dormido. No llevaba una novela nueva que leer, solamente las copias de la escuela, mis apuntes, y una imposibilidad por escribir mientras andaba el camión. Me complacía en contemplar, quedarme dormido y comprar lo que se subían a vender al camión. En Santiago Tuxtla compré un par de palanquetas de cacahuate y un par de tortas de pollo, las primeras por 2 pesos cada una y las otras 2 por 15. Buen pollo en guiso casero. Luego unos plátanos fritos con salsa en Angel R. Cabada, finalmente en Alvarado compré unas celebradísimas empanadas, las más famosas y sabrosas (y lo ameritan) son las de guayaba.

Llegando aquí me poso frente a la computadora, prendo mi porrito con hash y luego trato de enfretarme a mi mismo. Leer, escribir, ¿de qué manera acabar con este extraño y repentino tedio? ¿Con la lectura de amigos? ¿Con la búsqueda en internet de la pista perdida de los etruscos? Con ambas dos.

Tratar de escuchar los ecos de un pueblo que se preocupó más por sus sentimientos hacia la muerte y el más allá, principalmente de aristócratas unidos por el comercio, por la posesión de bienes, por la necesidad de asegurarse la continuidad de sus pertenencias en el más allá, teniendo en mano una buena moneda de plata con la cual asegurarse su arrivo a una plácida orilla, a un remanso bajo tierra, sin sol o con sol, pues hay variedad de donde escoger. Quiero mencionar pero creo con seguridad equivocarme en cuanto a las palabras exactas que escribió Swedenborg sobre los cielos y los infiernos, pero los hay en la medida en la que existan ángeles y demonios para ¿poblarlos? ¿habitarlos ad infinitum?

Ecos de los etruscos en sus tumbas, en Cerveteri, nombre actual de la necrópolis más grande de la Italia preromana. ¿Antes de Cristo? Osiris-Dionisos antes de Cristo. Influencia Siria-Egipcia-Fenicia. No árabomusulmana. Ni judeocristiana, sino preromana autóctona, evolución de la raza ligur antigua. Establecidos en la península vulcánica italiana… En su parte media. Central-Norte-Este, colindando al sur con el rio Tiber. Le dieron el nombre al mar que conquistaban, tyrreno, fundaron la ciudad que fue capital del mundo bajo el número de mala suerte (13), bajo el nunca recurrido por sus sacerdotes por sembrar cizaña, por establecer un pleito entre hermanos. Por las batallas interminables a bronce, en legiones, creadas por ellos mismos. Perder su superioridad y desaparecer.

Soy la tragedia, dice el hombre, soy el linaje maldito que viene desde la fundación de Tebas. El padre que se come a su propio hijo en un banquete fatal, y el hijo mismo. Soy el hermano amamantado por la naturaleza que cercena el seno que lo nutre y al hermano que lo comparte. Soy así de trágico o más, puesto que los dioses así lo decidieron, así me han dado la vida y la muerte. Parezco ser dueño de ambas, ambiciono serlo, me divierto en ello, me esfuerzo, me apasiono y me muero por ello. Sin falsedades a excepción de aquellas conmigo mismo. El hombre etrusco disfruta del banquete celebrado el día de su nacimiento, cuando sus triunfos en la vida, y todavía después percibe el aroma de los platillos en la mesa y distingue la música en el ambiente durante la celebración de su muerte.

domenica, giugno 04, 2006

Me gustan las nubes... mucho

Veamos el fin de un domingo 4 de junio de 2006: apresuróse entre las montañas nubladas del sur de la ciudad, se esfumó como espejismo ante un hombre sediento, y ahí, donde más hacía falta el calor de una mano conocida, se encontraba solamente con el frio suspiro de un viento que juega con la ciudad, que la contempla, que mira sus miserias y sus truinfos, ¡¡ay cuántas veces he querido ser viento!!!

Ok, bebimos ya un poco más de perspectiva. Espuma, líquido rubio que moja los labios, timidez facial fácilmente descompuesta con el vacilar de los vasos capilares vaciándose por el súbito arranque de adrenalina, el rostro más blanco, las manos más frías, contacto con el metal, el tacto dice: aluminio de lata de cerveza, ok… viernes en la noche, noche noche oscura afuera, adentro, las bondades de la luz y el metal, conversaciones lubricadas por 3, luego 6 botellas de vino, un toque hartamente necesitado, más fritao, joder, ya no hay hierbabuena entre nosotros. La hierba del vecino será siempre la más buena. Vecino invíteme a comer, hoy no vecino porque no tengo nada más que chilacayotes y no los he cocido. Ok.

Proyecto proyectándose cada vez que me proyecto, ok simple acto de reconocimiento. Estamos anticipándonos, pero porqué sabe todo tan melancólico. Ok, ya lo sabías, ya lo habías contemplado y entendido desde hace varios días, desde tu misma ventana. Digamos que te aproximas a ella para tratar de anticipar el día, nada más porque quieres interpretar la luz del sol, te sientes augur posmoderno, un etrusco que se fue al espacio a velocidad luz unos cuantos años y regresó para darse cuenta que en su nación extinta y en ruinas, ya no hay nada, que empiezan a tejer un rebozo de trozos dispersos de su gente y sus vidas por un arte llamada ciencia, que varios artesanos han ido reuniendo retazos del pasado y te la presentan en un libro, en uno de esos que solo se usaban para predecir los hechos según los caprichos de los dioses, ahora vez el porqué tu pueblo está en las sombras. Destinado a ser trazos contrastantes: negro sobre blanco y ahí tus recuerdos otra vez. Eres un etrusco demasiado extraviado en esta guerra de soldados blancos que se asoman por las bocas de los hombres y mujeres que dominan las calles. ¡ay terror! Me volviste a dar. Bocas sonrientes de candidatos deficientes. Pero ¡hey! Te desviaste demasiado tan solo por querer hacer una aproximación a la experiencia de olfatear el aire húmedo que percibes desde tu ventana. Segundo piso, ventana amplia con vista a un jardín llovido, mojado desde hace días, ¿desde hace cuantos? Ok, desde hace más de 4… el ¿martes? El martes ya estaba llovido, el martes mencionaste como broma, como acertijo, como enseñanza, como máxima: Es un día en que todo el día son las 4 de la tarde, pero hasta hoy domingo te diste cuenta que estabas 3 horas adelantado, o atrasado, en realidad han sido de esos días donde todas las horas son las 7 de la tarde, menos cuando se hace de noche. Entonces no son todas las horas, sino desde las 8 hasta las 8… más o menos, dale algo de márgen de error.

Ok, pero esa percepción de suelo mojado es la que tranquiliza más, o tal vez es todo lo contrario. En realidad es todo lo contrario, los días soleados son los más tranquilizadores y aletargadores, con el campo abierto, seco, sin la sutil incomodidad, inconveniente de mojarse, sales a cualquier parte a orear tus pensamientos. Estos días nublados son los que más inquietan. En ellos, bajo el dominio de las nubes, vuelves a sentir la totalidad del mundo. Es grandioso en un principio. El nacimiento de un montón de pensamientos es siempre reconfortante: de la contemplación de la corteza de los árboles plena de musgo y líquen por tanta agua, ver un verdor impresionante e inimitable, casi fosforescente, el más vivo posible, en las cortezas de los árboles, imaginas entonces la totalidad de la tierra HUMEDA COMO ENTRAÑA.. es grandioso sentirla así nuevamente. Aunque la imagen muera a pocos centímetros de la base del árbol, se funda entre concreto y piedras. Al final te reconcilias un poco con el concreto porque empieza su transformación al verde. Verde que te quiero verde, gitana flor, hasta las lápidas con epitafios se llenan de musgo. Inclusive algo de alegría y vida para los cementerios, pobres lugares tan tristes, ya ni los muertos se aguantan entre tanto muerto incómodo. Pues como no imaginarlos acostados en fosas irregulares, hechas al capricho de los vendedores del predio (una vez superados los 65 tal vez pienses en serio donde quieres quedar enterrado y vas a visitar el cementerio y compras tu pedazo de bienes raices ad infinitum, o hasta que suceda un cambio geomorfológico y un volcán vomite cuerpos, como si la tierra se revetara un barro enorme). Es al capricho de los vendedores porque ellos hacen la mercadotecnia, el desarrollo del producto: una fosa para enterrarte, y según vaya pasando el negocio de mano en mano, como siempre habrá muertos, habrá que rediseñar las parcelas de enterramientos. Hay muertos memorables, no se si será posible un empate técnico en estos tiempos entre los muertos que son recordados y de los que no quiere nadie saber nada.

En lo personal, eso de los cementerios no tiene ninguna simpatía para mí. En cambio comparto lo que Hundertwasser diseña: en vez de cementerios, bósques o selvas, un redireccionamiento de los recuerdos. Un muerto ad infinitum, esta vez acariciado y aprovechado siempre por las raices de un árbol. Reintegración en el ciclo de la vida. Una mentira más enseñada en los colegios: las monografías del ciclo de la vida [quisiera ir a la papelería más cercana y buscar a ver si todavía existen esos papelitos “didácticos” con imágenes del ciclo de vida de los pollos, anden polloi (lease poloi, pollos en un idioma que quiere ser griego pero no puede)]. El dilema eterno (o que solo dios sabe, o por supuesto, el buda contesta): quién fue primero: ¿el huevo o la gallina? Sin embargo, como a este tipo de monografias no les interesan entrar en las turbiedades del mundo para sacar algo transparente, te presentan ya el enigma “resuelto” con una gallina y unos huevos fínamente integrados en un ciclo que no alcanzas a interpretar donde empezó o donde termina. El huevo se rompió, se hizo pollito y luego gallo para pisar gallinas, o gallina para poner los huevos, que le hizo tener el gallo (bondades biológicas como el pisotón que le puede dar un gallo hasta 9 gallinas es obviamente omitido en estas majestuosidades monográficas, sin ellas el uso del pritt y las tijeras en las escuelas primarias descendería más de un 75%). El gallo o la gallina mueren y el campesino los enterrará, o bien los mata para comérselos: un corte fino en el cuello y déjalo de cabeza a desangrar, Tarantinos felices contemplando a las aves luchar contra la muerte, hasta que la última gota que le daba luz a sus ojos se les escurre por el cuello. (Una vez vi un lindo gatito contemplar un cuadro similar, en su mirada se reflejaba el gozo estético de la experiencia, pensé que era un animal que sin necesidad de contemplar el arte monográfico papeleresco entendía mejor que muchos el ciclo de la vida, o al menos se regocijaba harto en él). Ya bien sea que el pollo muere de viejo o es comido y posteriormente descomido por el o sus matones (aceptemos el hecho, hay mucha verdad en el dicho popular que me he tomado la libertad de aumentar: tanto peca el que mata la vaca, como el que le sostiene la pata, hasta el que después de comérsela, la hace caca), acabará deshaciéndose en el suelo… Propiedad única e inalienable de la Diosa Tlazoltéotl, gran madre que toma todas las inmundicias, los desperdicios y lo muerto, para dar vida a lo joven y limpio… ay ¿quién como las potencias del mundo? ¿quién?

Pero autorizándome el regreso al porqué prefiero un bosque y una selva a un cementerio es por esa vitalidad que se le otorga a la tierra, por esa humedad que mencionaba, COMO DE ENTRAÑA, como si fuera pulmón o intestino, rebosánte de vida bacteriana y microscópica, miles de milagros de vida en cada movimiento, en cada partícula de tierra. Por esto y algunas cosas más que se me escapan, me inquietan los días nublados como estos. El sonido omnipresente de nuestro género humano se atenua, cuando llueve, segúramente nuestras voces callan. Cuando no hay nubes como ahora, el ruido que hacemos se hace notable por encima de nuestras cabezas, es necesario tomar un avión o subir alto alto para que se dejen de sentir. Pero cuando llueve, el ruido se transforma en sinfonía de agua, por un momento somos de nuevo ese río que se mueve por dentro de la ciudad y de nosotros. Las nubes evitan que nuestros ruidos y nuestras tristezas salgan a la estratósfera y sean vistos por todos los que están más allá de ellas. Más allá de la luna se verá solamente un cúmulo de hermosas telas blancas, de un blanco inimitable. Las estrellas y su música suenan más fuerte, si el hombre lobo no sale y londres y parís tienen un encanto que flota en el aire es gracias a esas nubes, que durante esta semana, me han tenido harto inquieto. ¿Cuándo se hace la cena de Pentecostés? ¿Acaso un día como hoy? Hay quienes se dedican a velar, esperándo (pues la esperanza nunca muere, o muere al último). No estaría mal, pasar una noche despierto esperando a que algo tan impresionante como el reino del espíritu, sucediera.