Llegué hoy del trópico amigos. Llegué en un camión que hizo más de nueve horas desde la ciudad de Catemaco hasta la central Tapo. No pude evitar el quedarme dormido. No llevaba una novela nueva que leer, solamente las copias de la escuela, mis apuntes, y una imposibilidad por escribir mientras andaba el camión. Me complacía en contemplar, quedarme dormido y comprar lo que se subían a vender al camión. En Santiago Tuxtla compré un par de palanquetas de cacahuate y un par de tortas de pollo, las primeras por 2 pesos cada una y las otras 2 por 15. Buen pollo en guiso casero. Luego unos plátanos fritos con salsa en Angel R. Cabada, finalmente en Alvarado compré unas celebradísimas empanadas, las más famosas y sabrosas (y lo ameritan) son las de guayaba.
Llegando aquí me poso frente a la computadora, prendo mi porrito con hash y luego trato de enfretarme a mi mismo. Leer, escribir, ¿de qué manera acabar con este extraño y repentino tedio? ¿Con la lectura de amigos? ¿Con la búsqueda en internet de la pista perdida de los etruscos? Con ambas dos.
Tratar de escuchar los ecos de un pueblo que se preocupó más por sus sentimientos hacia la muerte y el más allá, principalmente de aristócratas unidos por el comercio, por la posesión de bienes, por la necesidad de asegurarse la continuidad de sus pertenencias en el más allá, teniendo en mano una buena moneda de plata con la cual asegurarse su arrivo a una plácida orilla, a un remanso bajo tierra, sin sol o con sol, pues hay variedad de donde escoger. Quiero mencionar pero creo con seguridad equivocarme en cuanto a las palabras exactas que escribió Swedenborg sobre los cielos y los infiernos, pero los hay en la medida en la que existan ángeles y demonios para ¿poblarlos? ¿habitarlos ad infinitum?
Ecos de los etruscos en sus tumbas, en Cerveteri, nombre actual de la necrópolis más grande de la Italia preromana. ¿Antes de Cristo? Osiris-Dionisos antes de Cristo. Influencia Siria-Egipcia-Fenicia. No árabomusulmana. Ni judeocristiana, sino preromana autóctona, evolución de la raza ligur antigua. Establecidos en la península vulcánica italiana… En su parte media. Central-Norte-Este, colindando al sur con el rio Tiber. Le dieron el nombre al mar que conquistaban, tyrreno, fundaron la ciudad que fue capital del mundo bajo el número de mala suerte (13), bajo el nunca recurrido por sus sacerdotes por sembrar cizaña, por establecer un pleito entre hermanos. Por las batallas interminables a bronce, en legiones, creadas por ellos mismos. Perder su superioridad y desaparecer.
Soy la tragedia, dice el hombre, soy el linaje maldito que viene desde la fundación de Tebas. El padre que se come a su propio hijo en un banquete fatal, y el hijo mismo. Soy el hermano amamantado por la naturaleza que cercena el seno que lo nutre y al hermano que lo comparte. Soy así de trágico o más, puesto que los dioses así lo decidieron, así me han dado la vida y la muerte. Parezco ser dueño de ambas, ambiciono serlo, me divierto en ello, me esfuerzo, me apasiono y me muero por ello. Sin falsedades a excepción de aquellas conmigo mismo. El hombre etrusco disfruta del banquete celebrado el día de su nacimiento, cuando sus triunfos en la vida, y todavía después percibe el aroma de los platillos en la mesa y distingue la música en el ambiente durante la celebración de su muerte.
domenica, giugno 18, 2006
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1 commento:
ay, caray! quesos etruscos, digo, que esos etruscos; y parece que se la pasó comiendo en todo el viaje, verdá? Ni tiempo pa dormir le ha de'ber dado. Está chingón el último párrafo... y oiga, yo nomás si funo hash no puedo escribir nada serio: qué aplicado.
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