¡Cómo no habríamos de tener comportamientos extraños!
Viviendo así entre cuatro paredes tan repetitivas,
en cuadrados cuadrándonos nuestra existencia cuadrada.
Cuadratura forzada de nuestros círculos cíclicos,
cerrándonos la posibilidad de rodar y conocer nuevos rumbos, nuevas vidas.
Se necesita la brisa marina, los alimentos frescos, la actividad física, la evolución biológica y la transformación psicológica. Podrían fácilmente decir (para reducir mi argumento o tacharme de loco) que sí existe una vida mejor, pero es más cara. Y así dejar todas las posibilidades de las que hablo, fuera del presupuesto.
Paradigmas. Supuestos. Oportunidades. "Golpes de suerte".
En la marea inestable del mundo, navegamos.
Algunos aferrados al mastil, con la vela abajo, otros siempre con la vela arriba (sin importar a dónde sople el viento y dónde los lleve), otros aferrados al timón, nada más por tener el control pero sin tenerlo. Falsos capitanes de un barco a la deriva. Muchos duermen en las bodegas, sin nunca salir a probar el destino, a discutir la travesía, a amotinarse por algún motivo.
Son esos comportamientos extraños, de no querer saber lo que es "andar en el barco" y lo que representa (en cuidados, estructuras mínimas, ideas y destinos) lo que me preocupa.
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Al caer la noche, cuando el cielo muestra su bóveda infinita y tranquila,
te das cuenta que no hay nadie a quien hacer entender, nada válido por lo cual preocuparse,
al final lo que realmente importa, es tu propia sinceridad.
sabato, giugno 15, 2013
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